domingo, 25 de octubre de 2009

La historia económica: Cosa pequeña de números y de religión

El título pone ya de manifiesto sobre que me corresponde escribir esta semana. En primer lugar haré un resumen y alguna aportación sobre la historiografía cliométrica, la última de las escuelas que nos quedaba por ver en clase, para después exponer brevemente las nuevas perspectivas de estudio, relacionadas con la microhistoria y finalizar presentando los pensamientos económicos de la baja edad media (o mejor dicho los pensamientos religiosos sobre la economía).
La cliometría
Como hemos podido ver en clase la cliometría se preocupa por hacer ciencia lo más posible a la historia, esto supone básicamente reducirla a números, estudios matemáticos, estadísticas y gráficos, eliminando otros elementos, en mi opinión, inalienables para la historia, hablo de elementos culturales y sociales que no entienden de lógica, números o razón. Esto supuso un importante choque ya en los años 50 cuando la cliometría comenzaba a desarrollarse, así lo señala Jeffrey G. Williamson. No obstante la cliometría se ha desarrollado ampliamente. Williamson pone el ejemplo de cómo la cliometría norteamericana inicialmente solo trabajaba sobre este mismo territorio, sin embargo hacia 1990 ya había desarrollado su campo de estudio al resto del mundo, siendo el propio Williamson un estudioso del Japón Meiji. Pero lo más destacable quizás sea los nuevos rumbos que esta historiografía está tomando, dedicando sus estudios a la comparación de distintos comportamientos económicos para así intentar ayudar a resolver algunos debates económicos y mejorar la actuación económica respecto a un futuro.[1] Este nuevo objetivo de la cliometría enlaza con la historia contrafactual, que se plantea las alternativas históricas variando los factores que teóricamente la determinaron. El más conocido representante es Robert Fogel, quien realizó un estudio sobre el desarrollo de los Estados Unidos sin el ferrocarril y otro sobre la eficiencia de la esclavitud y la posible motivación económica para su abolición, concluyendo que este hecho fue fruto de una voluntad política, pues la esclavitud era altamente rentable. Pero tanto la cliometría como la historia contrafactual son muy criticables, pues en ellas intervienen muchos factores y hay muchos otros que están ausentes. Además hay otro hecho que da mucho que pensar pues sabemos que tradicionalmente la historia está escrita por los vencedores, los estratos sociales superiores… Lo que supone que si estuviese escrita por los vencidos tendría matices muy distintos y lleva a la conclusión de que en el fondo estamos realizando una historia contrafactual, en el sentido de que escribimos una historia en contra de la verdadera realidad. [2] En mi opinión se nos plantea un debate sobre la funcionalidad de la cliometría, ¿Hasta qué punto son fiables los resultados de sus estudios? ¿Sería útil el nuevo objetivo de la cliometría, teniendo en cuenta que omite factores tan importantes como los culturales o sociales?[3] La microhistoria Poco a poco se han ido desmontando las grandes estructuras de estudio de la historia que se han dado durante el siglo XX, y aunque por supuesto siguen estando presentes en la historiografía esta ha comenzado a desintegrarse en múltiples piezas que concretan su campo de estudio a hechos y sucesos muy concretos, que inicialmente y tomados como caso aislado no suponen ningún tipo de referente historiográfico, pero si tomásemos varios casos conjuntamente y los comparásemos podríamos observas similitudes y diferencias en los comportamientos que nos pueden ilustrar sobre, por ejemplo la distinta mentalidad de dos campesinos sobre el mismo tema, en un mismo año, pero en distintos lugares. Algunos ejemplos de microhistoria son El queso y los gusanos y La gran matanza de los gatos, de Ginzburg y Darnton respectivamente. La microhistoria también ha llevado a dividir la historia en múltiples compartimentos de estudio muy reducidos que inevitablemente conducen a la interdisciplinaridad. Porque, y esto es ya una opinión personal, no se puede conocer nada de la historia sin contar con todos sus elementos, cuando se prescinden de ellos realizamos una aproximación simplificada de la realidad que nos permite su mejor comprensión, pero cualquier hecho en la historia tiene por causa elementos de tipo social, económico, político, cultural e intelectual (al menos) y solo acercándonos a todos ellos podremos comprender de verdad el significado de la historia.[4] El pensamiento religioso medieval sobre la economía Observamos en los primeros días de clase como la economía no ha sido materia de estudio como tal hasta siglos más recientes, por ello del estudio de esta ciencia se encargaban los religiosos, durante la Edad Media, con todo lo que ello significa. Durante estos siglos la economía estuvo enmarcada en el derecho romano, pero también en la tradición judeocristiana. Esta última será mucho más fuerte y supondrá muchos problemas para la evolución económica dentro de un mundo profundamente cristiano. En el derecho romano debemos destacar que se impuso al germano, entre otros motivos por ser la base legítima de los monarcas europeos, esto llevó a una reinterpretación cristiana cuyo elemento más notable y que mas transcendencia tendrá para la futura organización social será el de la propiedad privada. Una propiedad privada que no se cuestiona pero que rivalizará con las propiedades comunales, a las que ganará terreno. Y una propiedad privada con un doble sentido: -Propiedad como dominio útil: un campesino puede poseer sus tierras y tiene el derecho y la obligación de explotarlas, pero no puede decidir más allá. -Propiedad como dominio jurisdiccional: un señor, no solo posee sus tierras para su explotación, sino que tiene pleno derecho para ejercer su poder y justicia sobre ellos modificando leyes e impuestos. Y es esta diferencia conceptual sobre la cual se apoya el régimen señorial medieval. Por último cabe hablar de la tradición judeocristiana propia de la cultura europea, la cual en gran medida supuso una traba para el desarrollo de una nueva economía. El cristianismo condena la acumulación de riquezas, la usura… La biblia incluye frases que en la mentalidad religiosa del momento frenan la acumulación de productos y beneficios “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que un rico lo haga en el Reino de los Cielos” y por si fuera poco la imagen de Cristo como hombre pobre es venerada y apoyada por la iglesia. Ante este último asunto aparecen dos posturas diferenciadas. Algunos religiosos creen que solo debe ayudar económicamente al pobre de verdad, al pobre legítimo: al tullido, al inválido, a aquel que no tiene medios para salir de la pobreza, pero no a los pobres fingidos que solo buscan alimentarse de forma gratuita, un representante de esta opinión es Cristóbal Pérez de Herrera[5]. Sin embargo otros, como Domingo de Soto, opinan que se debe mantener a todo pobre, sea de la condición que sea. Las Workhouses del siglo XVI en Inglaterra supondrán una solución a este debate. Las Workhouses son instituciones, en las cuales a cambio de trabajos muy duros la gente sin medios para sobrevivir es mantenida con alojamiento y comida de un modo “gratuito”[6]. Verdaderamente, y como afirma Le Goff, se produjo el parto del capitalismo, pues como hemos visto la mentalidad judeocristiana y la iglesia no pondrán nada fácil las empresas emprendedoras de los mercaderes, acusando a los prestamistas de extorsionistas y poniendo en duda la integridad religiosa y moral de los mismos.
 [1]http://e-archivo.uc3m.es/dspace/bitstream/10016/1783/1/RHE-1990-VIII-1-Williamson.pdf Artículo extraído de Dialnet, escrito por Jeffrey Williamson, relativo a los nuevos caminos de la cliometría. [2]http://www.cervantesvirtual.com/historia/tertulias/tert_contrafactual.shtml Una interesante Tertulia Virtual, obtenida de la Biblioteca Cervantes Virtual, en la que se reflexiona sobre la historia contrafactual, sus riesgos, su posible falta de rigor y cercanía a la literatura …
[3] http://www.elpais.com/articulo/cultura/cliometria/historia/cuantitativa/elpepicul/19760623elpepicul_5/Tes/ Artículo publicado en El País el 23 de Octubre de 1976 donde, en base de la obra de Sánchez Albornoz, el periodista elogia el trabajo, pero critica la ausencia de otros elementos. [4] http://www.raco.cat/index.php/Manuscrits/article/viewFile/23233/92461 Artículo escrito por Carlo Ginzburg sobre la microhistoria.
[5] http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02582844222425973154480/p0000001.htm#I_1_ Obra de Cristóbal Pérez de Herrera referente a los pobres legítimos. [6] http://www.workhouses.org.uk/ Interesante web en inglés con información sobre las Workhouses.

3 comentarios:

  1. Respecto a "el cristianismo condena la acumulación de riquezas", en mi opinión creo que es algo matizable. Es decir (y partiendo desde mi práctico desconocimiento del tema), quizá la cuestión no se encuentre en tener bienes o no tenerlos, pues es algo lógico y más posible el hecho de que haya ricos "buenos" que hayan podido ganarse el Reino de los Cielos, sino que estos bienes acumulados despojen, empobrezcan y reduzcan a otros individuos a la miseria. Por decirlo de otra forma, acumular bienes que otros necesitan y que, al tenerlos yo, empobrezco a los demás. Así, cuando mi riqueza es causa de pobreza de otros, quizá sí sea entonces cundo mi riqueza no sea lícita o sea condenable. De hecho, y echando un vistazo por algunas páginas, he encontrado una cita del profeta Isaías: "el despojo del pobre está en vuestras mesas" (3:14), que quizá sustente algo mi tesis.
    Saludos
    (Pablo Muñoz)

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  2. Coincido contigo y admito el despiste al omitir esa matización, en cualquier caso esta es una apreciación que realizamos a posteriori y pensando en el cristianismo de finales de la Edad Media, que obviamente buscaba una justificación de su riqueza y una forma de culpar a los judíos prestamistas.

    Sin embargo el estilo de vida que defendía Jesucristo según la tradición bíblica dejaba fuera de lugar cualquier tipo de acumulación de bienes y en el Nuevo Testamento esta la prueba de ello: "No busquéis oro, ni plata, ni moneda para llevarla en la faja, ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón" (Mt 10,9-10), "no llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias" (Lc 10,4), "Más fácil es que entre un camello por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el reino de Dios" (Mt 19,24). Resumiendo la tradición bíblica cristiana no tanto condena la acumulación de riquezas, sino que invita a prescindir de todo bien material.

    Pero volviendo al tema que nos atañe coincido contigo en que la iglesia de finales de la Edad Media, y de la Edad Moderna, no condena simplemente la acumulación de bienes (puesto que era algo que ella misma hacia), sino solo aquella que haga mas miserables a los miserables.

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  3. Por supuesto. De hecho, mientras escribía el comentario, tenía en mente alguna de las citas que has puesto, pues en realidad no lo mencionaba como una correción, que desde luego no lo es, sino que me recordó un poco a algo que considero un poco tópico y que la tradición ha ido postergando.

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